Anécdota Graciosa – Ocurrió en Ontario, Canada

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Carruajes blancos con cocheros de librea en Niagara on the Lake

Cuando éramos jóvenes, hace ya unos cuantos años, en los fines de semana largos, acostumbrábamos a viajar hacia el norte en verano, visitando las partes de Canadá más cercanas a nuestro lugar de residencia en Long Island, New York. Nuestros lugares preferidos eran las Cataratas del Niágara y sus alrededores, a veces y otras la provincia de Quebec, especialmente la ciudad de Montreal.

En una oportunidad estando de visita en Niagara Falls visitamos un pueblito llamado Niagara-on-the-Lake, cercano a las cataratas, en la provincia de Ontario que tenía la particularidad de sus costumbres muy británicas: blancos carruajes, porteros de hotel uniformados, su manera de hablar, etc. El camino entre estos dos puntos es muy pintoresco. En tramos se puede ver el rio corriendo con fuerza encajonado por las rocas de la ribera, se veían ardillas negras correteando por el césped y trepando ágilmente por los troncos de los árboles, granjas con stands a la vera del camino en los que se puede comprar y consumir sus productos. Paramos en uno que ofrecía unas soberbias frutas. Yo comí varios suculentos duraznos y luego seguimos nuestro camino.

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Luego de recorrer el pueblo y estar sentados un tiempo cerca del agua observando las actividades acuáticas y la majestuosidad del paisaje en la confluencia del Rio Niágara y el Lago Ontario, decidimos volver a nuestro hotel en Niagara Falls. A mi se me dió por ir al baño con cierta urgencia de manera que estacioné casi a las puertas de un gran hotel, muy florido y con mesas afuera del que entraba y salía bastante gente, suponiendo que en alguna parte de la planta baja habría un baño. Por suerte había. Y como era mi costumbre, a pesar de que el baño estaba reluciente de limpio, puse papel higiénico todo alrededor antes de sentarme en el inodoro. Cuando salía a la calle, el portero, de impecable uniforme, muy cortésmente me hizo saber (en un inglés bien británico) que tenia una tira de papel higiénico flameando en mi trasero.

Nos reímos la mayor parte del camino de vuelta, hasta que en una elevación del camino ya podíamos ver las luces de las Cataratas y del Puente Internacional que une Canada con Estados Unidos.

 

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