Rasputin «El Monje Maldito»

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Gregory «Rasputin» Yefimovich nació en Siberia, en 1869. Desde una edad temprana, era reconocido como clarividente.

En su pueblo natal llevaba la vida típica de un campesino siberiano. Era muy alto, de hábil y elocuente poder oratorio, personalidad abrumadora, aunque grosero y violento a veces. Tenía una mirada muy fija y penetrante, era de pelo castaño y ojos azules muy claros.

En 1887 Rasputín se casó con Praskovia Dubrovina, con quien se dice que tuvo tres hijos: Dmitri, Varvara y María.

En 1892 Rasputín dejó abruptamente su aldea, padres, esposa e hijos para vivir varios meses en un monasterio. Fue la única fuente de conocimientos religiosos que se conoce en su vida, pese a lo cual fué considerado un monje. ​ Tras un tiempo de reclusión, salió a recorrer los caminos para predicar una especie de panteísmo semipagano por todo el país.

Ingresó a una secta cristiana condenada por la Iglesia Ortodoxa Rusa conocida como «jlystý» (‘flagelantes’), quienes creían que para llegar a la fe verdadera hacía falta el dolor. En las reuniones de esta secta, las fiestas y orgías eran constantes.

Su ingreso a esta congregación marcó al místico siberiano de por vida contribuyendo en gran medida a los excesos en su vida sexual que tuvo en años posteriores y que acabó ensuciando su reputación de hombre santo.

Gozaba de un gran atractivo entre las mujeres basado en sus cualidades físicas, su intuición y en las prácticas orgiásticas que enseñaba como camino a Dios.

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En 1905, la gran duquesa Milica introdujo el curandero a los zares de Rusia, Nicolás II y la zarina Alexandra.

En 1906, fue invitado por ellos a visitar a Alexei, el hijo de ambos que era hemofílico y vivía aislado y protegido para no exponerse a morir prematuramente y porque su enfermedad era un secreto de estado. Los médicos de la corte fueron incapaces de aliviarlo y era el consenso general de que Alexei no sobreviviría.

Rasputin estuvo una hora rezando junto a él luego de lo cual el pequeño se levantaba de la cama mientras sus padres lloraban de emoción.

El zar Nicolás escribió aquel día una carta al primer ministro Stolypin, cuya hija, tras un grave accidente, llevaba meses sufriendo, recomendándole al curandero.

Dos días después, Rasputín era invitado a la casa del primer ministro y nuevamente oró junto al lecho de la accidentada. Al día siguiente, la hija de Stolypin dejó de sufrir dolores y durmió bien.

Cabe aclarar que nunca nadie encontró explicaciones científicas a estas curaciones.

 

Por la rapidez en que esto ocurrió, algunos investigadores sostienen que la mejoría se produjo probablemente mediante hipnosis. Este acto, milagroso a su vista, selló la fe del zar en el sanador espiritual y sus poderes.

En la época de Rasputín predominaba el romanticismo filoeslavo, y él, que era un auténtico ruso, de la profunda Siberia, recriminaba a los nobles de la corte, muy emparentados con la aristocracia europea, sobre todo con la alemana, de que no tenían nada de rusos.

En 1911, junto con otros peregrinos viajó a lugares como Patmos, Trípoli, Constantinopla, Beirut, Chipre y Jaffa, visitando entre otros destacados personajes, a Iliodor, un sacerdote ortodoxo que tenía un gran grupo de seguidores.

Al año siguiente, sus nuevos «amigos», Hermógenes e Iliodor acusaron al curandero siberiano de tener relaciones íntimas con la zarina. Incluso proporcionaron al zar cartas escritas por Alexandra, como prueba, que el zar rechazó porque tenía fe completa en Rasputin.

Por su carisma personal y sus excesos en las prácticas sexuales características de sus creencias y costumbres, estaba rodeado de muchas fervientes seguidoras dentro de la aristocracia rusa. Su comedor estaba abarrotado de mujeres ansiosas, que competían por sus favores sexuales y religiosos, que concedía a las escogidas en un dormitorio adyacente a su oficina.

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Sus discípulas lo consideraban algo así como la reencarnación de Cristo, enviado para ayudarlas a enfrentar y resolver el conflicto creado entre su frustración sexual y los principios impuestos por los estrictos clérigos ortodoxos.

Debido a la creciente confianza e influencia de Rasputin con la familia real, la cantidad de sus enemigos también aumentó.

Se dice que alcanzó la posición política de «zar por encima de los zares», porque Nicolás y Alejandra le pedían su aprobación en decisiones importantes.

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial originada por el asesinato del heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Francisco de Austria y de su esposa, la duquesa Sofia en la ciudad bosnia de Sarajevo.

En el verano de 1914, Rasputin que se encontraba en Siberia, recuperándose de las heridas que le provocó una mujer que lo atacó con un cuchillo, le escribió cartas al Zar aconsejándolo para que no interviniera en el conflicto.

Austria y Alemania le declararon la guerra a Serbia, desencadenándose la Primera Guerra Mundial a la que se llamó la Gran Guerra, debido a la cantidad de muertos e inválidos que causó y a la destrucción de gran parte de los territorios de los beligerantes.

Pese a los consejos de Rasputin en contra de su participación en la misma, Rusia entra en la guerra formando parte de la «Triple Entente», enfrentada a las potencias centrales.

En el gobierno y en la Corte se consideraba muy negativa la influencia de Rasputin sobre los zares especialmente sobre la zarina en un momento en que la situación de la monarquía era muy precaria.

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La gran influencia de Rasputin sobre los zares


El primer ministro Alexander Trépov le ofreció doscientos mil rublos para que regresase a Siberia, que Rasputin no aceptó y había fracasado, a principios de 1916, una tentativa de asesinarlo encabezada por ex-ministro del Interior, Alexéi Jvostov.

Como consecuencia de la guerra que se estaba desarrollando, cayeron cuatro imperios: el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano y tres grandes dinastías, los Hohenzollern, los Habsburgo y los Romanov. Se calcula que esta guerra produjo aproximadamente unos ocho millones de muertos y seis millones de inválidos.

Muchos combatientes rusos que regresaban del frente, vencidos y desmoralizados, se unían a los grupos bolcheviques que los reclutaban a su paso por las ciudades.

El Imperio del zar se iba transformando rápidamente en la Rusia comunista.

Mientras tanto en los frentes de batalla los ejércitos aún permanecían enfrentados en trincheras, donde nadie avanzaba ni retrocedía.

En la noche del 29 al 30 de Diciembre de 1916 el príncipe Yusupov, el gran duque Demetrio Rómanov, el Diputado Purishkévich y otros conspiradores, deciden acabar con la vida de Rasputin.

El principe Yusupov era uno de los hombres más ricos de Rusia. Tenía 21 años cuando heredó todo el patrimonio de una dinastía centenaria y en 1914 adquirió el título de príncipe al casarse con la única sobrina del zar Nicolás II, Irina.

La trampa que le tendieron a Rasputin para asesinarlo fue una invitación para concurrir a un banquete en el palacio del príncipe Yusupov y para luego tener una cita amorosa con su joven esposa. Se comentaba que el príncipe se vestía de mujer para participar en eventos como éste.

Rasputín, comió pasteles rociados con abundante veneno y bebió repetidamente un vino de Madeira, que era su preferido, que le sirvieron también envenenado, sin producirle ningún efecto, como si fuera inmune al veneno.  El sabía que alguien en algún momento de su vida intentaría envenenarlo y se habría preparado para resistir al veneno más comúnmente utilizado en ese tiempo tomádolo en dosis pequeñas todos los días.

Los conjurados, al ver que no moría le dispararon hasta creerlo muerto, arrojándolo luego a las heladas aguas del río Neva, envenenado y baleado. Murió ahogado y no como consecuencia del veneno ó las balas.

El monje había escrito el 7 de Diciembre de 1916 una carta a la Zarina en la que le decía que estaba seguro de que pronto sería asesinado. En ella prevenía a Alejandra de que si en su muerte estaban involucrados miembros de la Familia Imperial, la desgracia caería sobre ellos.

En enero de 1917, Rasputín era asesinado y luego enterrado cerca del palacio de Tsárskoye Seló.

Después de la Revolución de Febrero, su cuerpo fue desenterrado y quemado en el bosque de Pargolovo y las cenizas esparcidas al viento.

Rasputín habría sido castrado por sus asesinos y una ex amante consiguió y conservó su pene que actualmente se encuentra en un museo-clínica urológica del eminente doctor ruso Igor Knyazkin, jefe del Centro de Próstata de la Academia rusa de las Ciencias.

El objeto estrella de la exposición es el pene que supuestamente perteneció al «Monje Maldito», que segun su hija, media 38 cm y era de grueso diámetro.

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En Rusia triunfa la revolución comunista, encabezada por Lenin.

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19 meses después de la muerte de Rasputin, el Zar y toda su familia morirían ejecutados por los bolcheviques en Ekaterinburg.

Los asesinos de Rasputin emigraron a Francia. El príncipe Yusupov murió en Paris en 1967 a los 80 años de edad. Escribió algunos libros de memorias en las que no se menciona la posibilidad, argumentada en la obra del británico Michael Smith, A History of Britain’s Secret Intelligence Service, de que Londres ordenara la ejecución de Rasputín con el fin de anular sus intentos de retirar a Rusia de la guerra. Hay incluso dos sospechosos, los oficiales de inteligencia Oswald Rainer y Stephen Alley, el primero compañero de estudios de Yusúpov en Oxford, y el segundo amigo de su familia.

Purishkévich murió de tifus en el 1920 en la ciudad rusa de Novorossisk, a la edad de 50 años.

En síntesis, Rasputín fue aparentemente una persona naturalmente muy inteligente que tenía conocimientos relativamente avanzados sobre hipnosis, la psicología humana y la sugestión, además de sus conocimientos en medicina que adquirió en su peregrinaje por Rusia y diversos lugares del mundo en su juventud y al parecer también por lo «bien dotado» que estaba para sus exageradas actividades sexuales. FIN.

 

 

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